Patología Espinal

Las patologías de columna que tratamos tienen etiologías muy variadas; tumorales, malformativas, infecciosas, vasculares, traumáticas y, en su amplia mayoría, degenerativas. 

Las enfermedades degenerativas más frecuentes son la hernia discal lumbar, hernia discal cervical, estenosis de canal, espondilolistesis y tumores espinales.

HERNIA DISCAL CERVICAL

Se trata de la salida del material discal al canal espinal a nivel cervical que puede comprimir e irritar tanto a una raíz nerviosa, provocando dolor irradiado al brazo, como a la médula espinal. Aunque la mayoría de los casos mejoran con el tratamiento conservador cuando éste fracasa o existen signos de alarma como pérdida de fuerza o signos de afectación medular debe contemplarse la cirugía, que generalmente va acompaña del implante de algún tipo de prótesis según el caso.

ESTENOSIS DEL CANAL

Se trata del estrechamiento del canal espinal, que puede ser tanto nivel cervical como a nivel lumbar; generalmente debido a diversas alteraciones degenerativas (artrósicas) como protrusiones discales y osteofitarias (crecimiento del borde del hueso), artrosis de las articulaciones posteriores vertebrales y engrosamiento de ligamentos intervertebrales. A nivel cervical puede llegar a comprimir de forma significativa a la médula, alterando su función, siendo necesario descomprimirla. Y a nivel lumbar puede provocar dolor lumbar, con frecuencia irradiado a miembros inferiores y dificultad para caminar (claudicación neurógena).

ESPONDILOLISTESIS

Es cuando existe un desplazamiento de una vértebra con respecto a la adyacente. Dicho desplazamiento generalmente conlleva una alteración en la dinámica y estabilidad de la columna, lo que es causa de dolor no sólo lumbar sino con frecuencia también irradiado a las piernas. Cuando precisan ser intervenidas requieren de un sistema de artrodesis (prótesis para fijar las vértebras).

TUMORES ESPINALES

Existen tres grandes grupos de tumores espinales pero el principal dato que los define es el riesgo de provocar alteración de la función neurológica, debido al reducido diámetro del canal espinal. Son lesiones complejas que manejamos en quirófano con equipos de alta tecnología.

HERNÍA DISCAL LUMBAR

Casi un 80% de las personas experimentarán algún tipo de dolor de espalda en su vida. Una de la causa más comunes es la hernia de disco lumbar. Esta tiene lugar con mayor frecuencia en los niveles más bajos, es decir, L4-L5 y L5-S1, donde las fuerzas en movimiento son mayores.

El disco está compuesto de una zona externa llamado anillo fibroso y una zona interna, más blanda, llamado núcleo pulposo. En el proceso de degeneración el disco va perdiendo parte de su hidratación, haciendo que sea un amortiguador menos eficiente y termina rompiéndose el anillo fibroso a través del cual sale parte del núcleo pulposo (Hernia). Este disco herniado, a su vez, estará ocupando un espacio en el canal espinal que puede irritar o comprimir algún nervio raquídeo provocando el característico dolor irradiado a la pierna (ciática).

La mayoría de estos pacientes mejoran con tratamientos conservadores, que incluyen antinflamatorios, analgésicos y relajantes musculares, así como tratamiento fisioterápico.

En ocasiones, si el dolor es muy intenso, se pueden realizar infiltraciones epidurales con esteroides y anestésico local o técnicas de radiofrecuencia que contribuyen a disminuir la inflamación de la raíz nerviosa afectada.

La cirugía es necesaria si existe pérdida de fuerza o el paciente no responde a los tratamientos conservadores. En las situaciones donde exista pérdida de fuerza es importante destacar que, el tratamiento quirúrgico debe realizarse precozmente, ya que las posibilidades de recuperación del déficit son mayores.

Debe haber una adecuada correlación entre los datos clínicos y las anomalías de la RMN para justificar la cirugía.

Aunque existen diferentes técnicas para operar una hernia discal lumbar la que ha demostrado ser más efectiva es la microdiscectomía: a través de una pequeña incisión se llega a la columna vertebral y con ayuda del microscopio quirúrgico permite, con una visión ampliada del disco herniado y de la raíz comprimida, extraer el fragmento herniado y liberar la raíz nerviosa. Habitualmente en 24-48 horas la mayoría del paciente son alta tras haber deambulado. En general, los pacientes notan un alivio inmediato del dolor siempre que el nervio no haya sido dañado por una compresión prolongada.

 

Innovaciones

Neuronavegación

Sistema que funciona como un GPS y nos permite ubicar nuestra zona de trabajo quirúrgico en relación a la RM o el TC preoperatorio. Aporta seguridad y precisión al procedimiento quirúrgico, ya que permite establecer la mejor trayectoria de entrada y de trabajo, ayuda en la delimitación de los márgenes de resección y en la localización de lesiones profundas. Muy útil en la cirugía de columna, cuya anatomía se encuentra alterada, bien por patología o por cirugías previas.

Monitorización neurofisiológica intraoperatoria

Se va a basar en la monitorización de la función neurológica durante el procedimiento quirúrgico para minimizar la posibilidad de daño. En cirugía espinal fundamentalmente se monitorizan las vías motoras y sensitivas de nuestra médula espinal, así como de raíces nerviosas.

Uso de fluorescencia con microscopio

En la patología vascular espinal nos permite evaluar las características de una malformación arterio-venosa o de una fístula dural así como comprobar la resección de la malformación o el correcto clipaje en el caso de la fístula.

Pues habitualmente en reposo las primeras 18-24 horas, aunque puede variar según el tipo de cirugía.

El tiempo de hospitalización varía según el tipo de cirugía. En líneas generales los pacientes intervenidos por una hernia discal permanecen hospitalizados 24-48 horas y los pacientes sometidos a una instrumentación de columna entre 2 y 4 días.

En general recomendamos un reposo relativo durante las primeras 8 semanas de la cirugía, es decir, evitando realizar esfuerzos y cargas de peso, pero caminando de forma progresiva.

Esto puede ser muy variable en función de la patología y del tipo de actividad laboral. En general recomendamos al menos 8 semanas, aunque puede ser más tiempo en función de la evolución.

No siempre es necesaria, pero es un tratamiento que ayuda en el postoperatorio y que recomendamos con mucha frecuencia. Se suele indicar a partir de las 4-6 semanas del tratamiento quirúrgico.